En el marco de la crisis global en torno al Covid-19, la periodista de Radio Nacional Córdoba, conductora del programa Bajo el mismo sol, Fabiana Bringas, entrevistó a Horacio Machado Aráoz, del colectivo de investigación Ecología Política del Sur -CITCA-CONICET, y director del Doctorado en Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Catamarca.
Aquí el vínculo al audio de la entrevista completa
Compartimos algunas de las reflexiones surgidas en la entrevista:
“Nos cuesta asociar en qué medida la salud de nuestros cuerpos está profundamente imbricada con la salud de nuestra tierra. Y cómo el régimen de relaciones sociales que establecemos como modo de vida es la gran variable que interviene en la salud y en la enfermedad, tanto del sistema tierra como la de nuestros propios cuerpos. Esto es raro para los enfoques que se suelen dar a la cuestión de la enfermedad. Uno podría decir que esta pandemia aparece como una gran problemática socio-ecológica que es una crisis del sistema de salud, de los cuerpos y de la tierra, pero que a la vez puede ser interpretada y leída como un síntoma de una crisis mayor, vinculada a un modelo civilizatorio que va en contra de la vida. Eso queda de manifiesto en estos días.
“Generalmente se dice ‘estamos ante un desastre natural’. Una epidemia, una enfermedad zoonótica. Esto está ocultando lo verdaderamente preocupante que son los orígenes industriales del Coronavirus. Esto tiene que ver con las vinculaciones entre una industrialización y urbanización exacerbada, desenfrenada, y cómo esto está impactando en el sistema climático en general, y ha producido ya alteraciones drásticas en los rasgos geográficos de la vida silvestre. Esto está vinculado al patrón que llamamos ‘desarrollo’ o ‘progreso’ y que está generando una drástica supresión de la vida silvestre, fragmentación de hábitats, toda una serie de transformaciones que están en el fondo de la cuestión.
“En la raíz de los problemas tenemos un modelo civilizatorio que ha construido una geometría de los vínculos a contramano del sistema de vida. El problema está en la matriz a través de la cual concebimos y establecemos nuestras conexiones y nuestras relaciones. Nos pensamos desde una lógica individual, el sistema tiende a pensarnos en eso. Hay un problema en términos de cercanía, contacto y vínculo ahora entendido como vector de contagio; o el distanciamiento o aislamiento como media profiláctica. El proceso de vida tiene que ver con los procesos colaborativos, las conexiones que se establecen en términos de cadenas tróficas, de flujos de materia y energía que hacen posible la vida. Y el capitalismo, esta sociedad urbano-industrial es una gran maquinaria de fragmentación, como un gran geógrafo la ha descripto. No somos conscientes o hemos ido perdiendo conciencia de hasta qué punto nuestra vida es enteramente dependiente de la colaboración de nuestro prójimo. No sólo de nuestra propia especie. Debemos entender al planeta tierra como una comunidad biótica que nos contiene y nos excede: a nuestra propia especie y a todas las especies como una gran familia. Este sistema ha construido una matriz de relacionamiento basada en una lógica atómica, fragmentaria, nos ha hecho perder de vista hasta qué punto la vida es un fenómeno comunal, depende de la comunidad de vínculos que nos hacen ser partícipes de un sistema de vida. La vida no es un atributo de los individuos. Toda la vida está conectada. Que venga ahora un pequeño microorganismo sólo perceptible a través de microscopios a decirnos que estamos conectados, por más poderosos, omnipotentes y onmiscientes nos creamos, nos muestra la fragilidad de nuestra civilización hegemónica. Un pequeño microorganismo ha paralizado el planeta. Esto lo debemos pensar como una gran oportunidad para redefinir cómo nosotros estamos concibiendo nuestros vínculos, cómo estamos planteando nuestra vida, y hasta dónde llegan las raíces de lo que nos hace ser seres vivientes”.